La posible falta y negligencia en el cumplimiento de la misión de defensa encomendado al profesional con el deber de conocimiento, que no implica una obligación de resultado, pero sí una obligación de medios, también está sujeta a la valoración o cuantificación del daño indemnizable en función de la mayor o menor dosis de probabilidad de éxito, en el supuesto hipotético caso de no existir incumplimiento o negligencia.
Cada trabajo es singular e irremplazable, producto único de la actividad indivisa del profesional, con dotes especiales, poco comunes, para crear obras de profundidad excepcional, con habilidades para la construcción formal y, finalmente, expresan emociones humanas y valores culturales: el más relevante es la fuerza.
Si no admitimos la contingencia radical de todo, que los juicios de valor expresan un proceso fisiológico y que la autenticidad y originalidad son los fundamentos de cualquier actividad profesional, entonces, para todos los seres intelectuales hay pérdida, ganancia y voluntad de estimar valores por cualquier consecuencia. La necesidad del conocimiento no será más que la necesidad de encontrar una explicación: la ilusión de que la verdad vale más que el error porque el axioma fundamental de la ciencia es el rechazo aparentemente desinteresado de engañarnos y de engañar. Daremos un orden a las cosas para comprender y será nuestro criterio que determine nuestra comprensión. Así pues, la valoración estará estructurada y elaborada con una mezcla de narrativa y de números explicativos para que sea consistente con la posición descrita en el dictamen económico financiero.
De acuerdo con la información y documentación analizada, serán antecedentes que se describen y que suponen el entendimiento de la posición y en ningún caso, forman parte de las conclusiones ni tampoco significan una interpretación legal o exhaustiva de los hechos acaecidos. La teoría de la verdad como correspondencia que es y ha sido siempre la teoría racional de verdad. Después será el informe del experto independiente que acreditará los análisis costes-beneficios para una adecuada comprensión del modelo de negocio. Sólo el profesional cualificado podrá ver las relaciones numéricas para opinar después de su trabajo interpretativo.
La instauración de otras condiciones de perspectiva que faculten al profesional en valoraciones alcanzar resultados mediante la transfiguración, posibilitará cuantificar el perjuicio causado. Esa identificación se caracteriza por la relación causal y su naturaleza es probabilística. Así pues, definido el orden y las relaciones, el objeto matemático más importante que es el problema, en este caso la valoración, estará expresado en forma de opinión profesional.
En esta forma, el problema de la valoración resulta soluble. Ese modo de considerar la valoración hace posible reformular su problema. Ya no se trata de un problema de nuestras creencias- o de la racionalidad de nuestras creencias- sino un problema de la relación lógica entre los hechos singulares <<observables>> y sus consecuencias cuantificadas. Según esta concepción, lo que importa es la comprensión de las consecuencias cuantificadas: su poder explicativo, su relación con los hechos relevantes de la posición y la obligación de medios en el diligente cumplimiento del trabajo profesional y la probabilidad de éxito.
El principio de razón suficiente será determinante para que prospere cualquier valoración. Eso es el éxito de la valoración. La fuerza de que sea de una forma y no de otra es alcanzar la conclusión o no. Si se dan dudas razonables, entonces, la valoración perderá su encanto a los ojos del tribunal porque ser posible es estar exento de contradicciones y las dudas son siempre alternativas a lo posible.
El actuario y economista Jaume Quibus es DEA de economía financiera y contabilidad, Licenciado en Ciencias Actuariales y Financieras , Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Barcelona y PDD en IESE-Universidad de Navarra. Miembro titular de las siguientes asociaciones: Instituto de Actuarios Españoles, Col·legi d´Actuaris de Catalunya, Col·legi d'economistes de Catalunya, International Actuarial Association, Associació Catalana de Comptabilidad i Direcció y también del Alumni de IESE. Socio fundador en 1998 de la sociedad profesional actuarial Quibus, miembro titular con el número 6 de sociedades en el Col.legi d'Actuaris de Catalunya.